"Zorba el buda es el nuevo hombre, es el rebelde. Osho.
Su rebelión consiste en destruir la esquizofrenia del
hombre, destruir la división, destruir la espiritualidad que actúa en contra
del materialismo, y destruir el materialismo que actúa en contra de la
espiritualidad.
Es un manifiesto que cuerpo y alma están unidos, que la
existencia está repleta de espiritualidad, que hasta las montañas están vivas,
que hasta los árboles son sensibles, que toda la existencia contiene ambos…, o
quizás nada más, que una misma energía que se expresa de dos maneras -como
materia y como consciencia...
Esta es mi experiencia -no mi filosofía. Y es apoyada por la
física moderna y sus investigaciones: la existencia es energía....
Zorba el Buda es la posibilidad más rica.
Él vivirá su naturaleza con toda plenitud.
Cantará canciones de esta tierra.
No traicionará ni a la tierra ni al cielo. Reivindicará todo
lo que es de esta tierra, todas las flores, todos los placeres y también
reivindicará todas las estrellas del cielo.
Reivindicará toda la existencia como su hogar.
El hombre del pasado era pobre, porque dividió la
existencia. El nuevo hombre, mi rebelde, Zorba el Buddha, proclama toda la
existencia como su hogar. Todo lo que contiene es para nosotros, y lo debemos
de usar de todas las maneras posibles sin culpabilidad, sin ningún conflicto,
sin preferencia. Sin elegir disfruta todo de lo que la materia es capaz, y
regocíjate de todo lo que la consciencia hace posible.
Sé un Zorba, pero no te detengas ahí.
Sigue avanzando hasta convertirte en Buddha.
Zorba es una mitad, Buda es una mitad.
Se cuenta una antigua historia: en un bosque cerca de la
ciudad, vivían dos vagabundos. Naturalmente eran enemigos, como lo son todos
los profesionales -dos doctores, dos profesores, dos santos-. Uno era ciego y
el otro cojo, y los dos eran muy competitivos; durante el día entero en la
ciudad competían el uno con el otro.
Pero una noche sus chozas se incendiaron porque todo el
bosque ardió. El ciego podía escapar, pero no podía ver donde correr, no podía
ver hacia donde todavía no se había extendido el fuego. El cojo podía ver que
aún existía la posibilidad de escapar, pero no podía salir corriendo -el fuego
era demasiado rápido, salvaje- así pues lo único que podía ver con seguridad
era que se acercaba el momento de su muerte.
Los dos se dieron cuenta que se necesitaban el uno al otro.
El cojo tuvo una repentina claridad: “El otro hombre, el ciego puede correr y
yo puedo ver”. Olvidaron toda su competitividad. En estos momentos críticos en
los cuales ambos se enfrentan a la muerte necesariamente uno se olvida de toda
estúpida enemistad.
Crearon una gran síntesis; se pusieron de acuerdo en que el
hombre ciego cargaría al cojo sobre sus hombros y así funcionarían como un solo
hombre. El cojo puede ver y el ciego puede correr. Así salvaron sus vidas. Y
por salvarse mutuamente la vida, se hicieron amigos; por primera vez dejaron de
lado su antagonismo.
Zorba está ciego -no puede ver, pero sabe bailar, cantar,
regocijarse. Buda ve, pero él sólo puede ver-. El es pura vista -simplemente
claridad y percepción- pero no puede bailar; está tullido, no puede cantar ni
regocijarse.
Ya es hora. El mundo está en llamas; la vida de todos está
en peligro. El encuentro del Zorba con el Buda puede salvar a toda la
humanidad. Su encuentro es la única esperanza".
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